COMUNICACIÓN

14 Octubre 2017

El behind the scenes de mi trabajo

“Puedes pasarte todo el tiempo tratando de impresionar al pesado del fondo o concentrarte en entregar lo mejor de ti a los que han venido a escucharte”.

Escrito por: Ángela Treviño

Si quieres saber cómo trabajo, pregunta a mis clientes. Pero no a los que vienen y van ni a los que no creen en lo que hago, sino a los que recibo en bata y pantuflas en vez de con el traje de los domingos. A diario.

“Si esta compañía ha trabajado con ellos, tienen que ser buenos” es el mayor desatino del sector de la comunicación. Elegir con quién trabajar en función de su cartera de clientes no siempre es blanco o negro, ni una regla de tres. Hay quienes coleccionan logos de clientes como cromos, aunque esto suponga trabajar por debajo del coste de su esfuerzo sin ser conscientes de que vale más su “me gusta porque me recomendó lo mejor para mí y no para él” en lugar del centenar de logos con renombre que figuran en su web. La calidad y el buen servicio se dan por descontado y los diferenciales que verdaderamente se valoran son los detalles que hay detrás de cada propuesta, porque vender una imagen de falsa perfección es una burbuja que acabará explotando más pronto que tarde.

Seth Godin decía: “Puedes pasarte todo el tiempo tratando de impresionar al pesado del fondo o concentrarte en entregar lo mejor de ti a los que han venido a escucharte”. Porque ninguna marca es todo para todos y saber a quién dirigirte es tan importante como adaptarte a las necesidades de quien más te interesa.

El motivo principal por el que un cliente cuestiona un presupuesto es porque lo considera igual que muchos otros, fácilmente sustituible. Lo que realmente valora un cliente y por lo que está dispuesto a pagar lo que cobras es que seas capaz de demostrar el motivo por que el que han apostado por ti en lugar de optar por una agencia más grande o con un precio más bajo.

Con esto, podríamos limitarnos a trabajar para nuestros clientes, pero la esencia de este trabajo está en hacerlo para los clientes de nuestros clientes y pensar como si se tratara de nuestro propio negocio. Negarse a hacer ciertas cosas en las que no crees o que no consideras la mejor opción para la marca es un valor añadido que ni mucho menos te quita fuerza. Si yo no lo haría si el negocio fuera mío, tampoco lo haré para el suyo.

Así, mis clientes son los que saben que si mi trabajo es apretar tuercas, lo de menos es el hecho de apretarla y por lo que me eligen es porque confían en que sé qué tuerca apretar.

SOBRE EL AUTOR

Ángela Treviño

Ejecutiva de cuentas

Adicta a la comunicación. A veces quema, pero ¿quién prefiere morirse de frío a jugar con fuego?

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